La Magia de la Ayuda Misionera.
Durante muchos años había pensado como llevar la Magia a aquellas personas que difícilmente podrían tener la oportunidad de ver este tipo de diversión y entretenimiento. Tras varios intentos, tuve la suerte de visitar comunidades de la Isla de Cuba.
Mi primera aventura en este país de ideología socialista fue en Julio de 2005. Fui invitado por el Padre Daniel Panduro Fregoso M.G. a conocer las necesidades de la palabra de Dios, de alimento, de cariño, de atención y de amor en la Isla.
Se aprovechó que El Cardenal Monseñor Jaime Lucas Ortega Y Alamino había planeado una jornada misionera de Jóvenes para anunciar el mensaje de Dios en comunidades de la Provincia de La Habana. Un grupo de más de 40 jóvenes cuyas edades iban desde los 14 hasta los 30 años. Se distribuían de acuerdo al tamaño de la comunidad. Generalmente eran grupos de 5 o 6 jóvenes entusiastas. Con ese buen humor y con el ánimo llevar lo que habían aprendido en un curso de preparación previa, se llevo a cabo la misa de envío.
Una vez acomodados en las 2 casas parroquiales (Nueva Paz y San Nicolás) se iniciaron las actividades. Se invitaba a niños, jóvenes, adultos y ancianos a participar en diferentes actividades y dinámicas que permitían conocer a los miembros de la comunidad e integrarlos en las actividades litúrgicas. Era ahí donde comenzaba mi “misión” . El acercar a los jóvenes y niños a estas actividades. Se anunciaban eventos donde un “mago” de México se iba a presentar en las comunidades.
También los jóvenes misioneros esperaban su rato de esparcimiento por la noche. Esperaban con ansia después de la comida (que generalmente es a las 6 de la tarde) que el “mago” compartiera con ellos un momento de distracción.
Así fue durante 7 días de misión mientras que por la mañana nos correspondía llevar alimento para los desayunos a las comunidades donde se encontraban los jóvenes, a medio día ver las necesidades de los grupos para las dinámicas y actividades y preparar los shows que esperaban con ansiedad.
Fueron muchos trabajos y complicaciones desde el momento en que se llega a la Isla. Se supone que el turista promedio es bien tratado en Cuba, aun así; se sufre gracias al sistema. Llegar a un país extraño sin equipaje porque fue olvidado en México. Hacer las gestiones para recuperarlo, etc. Una mezcla de sentimientos encontrados y momentos de valoración y reflexión de lo que se deja en México: La familia, las comodidades, alimentos, medios de comunicación y de transporte (automóvil, teléfono, internet, celular) que son tan comunes en nuestra vida se dejan a un lado para adaptarse a una realidad en la que no se puede contar con estos medios.
El conseguir artículos tan sencillos como un periódico, cinta adhesiva, resistol, cuerda era toda una aventura en Cuba. Por este motivo, todo el material que iba a ser usado en las presentaciones tenía que ser llevado desde esta tierra o bien improvisar con lo que por desgracia no nos permitían transportar en el avión. Esta fue una oportunidad de anunciar la buena nueva mediante la mezcla de algunos efectos y juegos de magia y citas bíblicas. Las historias adecuadas al contexto, con las dificultades que el idioma (a pesar de ser mi mismo idioma natal) con sus regionalismos me provocó algunas malas experiencias, pero fueron superadas.
Aun así, ha valido la pena el conocer y compartir con los niños, jóvenes y adultos de estas comunidades un momento “mágico” donde precisamente este bello arte es el medio de transporte para llevar el mensaje de Jesús y cumplir con aquel mandato de:”Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio” (Marcos 16,15).
Después de este viaje, ha habido otros 5 más en los que he tenido la oportunidad de conocer sobre la cultura, ideología y costumbres de esta alegre población del Caribe. Cada viaje ha sido diferente, único. Ese deber que como Cristianos tenemos es precisamente el de ser discípulos y misioneros se puede realizar desde nuestro trabajo, escuela o casa, con nuestra oración y sobre todo fomentando en nuestros hogares las vocaciones religiosas, misioneras.
Doy gracias a Dios el que gracias a este don de divertir que me ha dado me permita compartir con aquellos que quizá en toda su vida no tendrán la oportunidad de ver algo similar.
Mi labor en apoyo de las misiones y en particular a Misioneros de Guadalupe no es solo para las tierras de misión, además nuestros sacerdotes necesitan ese momento de esparcimiento y convivencia, por lo que también a ellos los debemos atender.
En fin el trabajo de un Mago, no es solo para los niños. Va más allá de distraer o asombrar al público, es poner al servicio de los demás un don. Es el poder compartir, convivir y llevar un mensaje de paz, amor de Jesús a los pueblos donde no se le conoce (o se comienza a conocer).
Sirva este articulo para aquellos que tienen una habilidad, un don lo pongan al servicio de Jesús.